Esta pequeña historia no es muy originaria de mi parte, resulta que me pidieron el favor de escribirla a mi manera con algunas ideas proporcionadas por la interesada, así que tan pronto me dijeron la noticia (la historia será o no se si ya fue, para un concurso de lectura infantil, tambien concursan los dibujos representando la historia... por eso: la interesada dibuja, yo escribo :P) me puse a escribir y en menos de media hora la tenia pero como ya era de noche la verdad no lo razone mucho. Para mejorar la calidad jeh! mi hermana la envio con un chavo que estudia filosofia y ayudo a perfeccionarla. Así que esta historia tiene tres autores, creo...
Bueno espero que les guste esta muy recien producción xD
Chic@s... enserio no les de hueva leerlo, se les va rapido esta historia, y eso lo digo por ciertas personitas que me han dicho que les da flojera leer mi blog ¬¬ enserio sean un poquito más cultos.
OCTAVIO
Vivir en el mar pareciera ser de lo más fácil y divertido pero para algunos no lo es tanto.
Octavio, un pequeño pulpo con ocho cortos tentáculos y un brillante color azul, vive en un arrecife, junto a una colonia de almejas rosadas que decoran los alrededores. La vida de Octavio era perfecta, sin embargo tenía un pequeño gran problema: tenía miedo a casi todo lo que lo rodeaba.
Siempre temía a las dormilonas ostras, a los camarones de todos los colores, a las ballenas de grandes aletas, a las sonrientes estrellas de mar, a los peces ojones, a los caracoles con rayitas, a los divertidos peces payaso, al plancton microscópico, a los corales que parecen piedras, a las piedras que parecen corales, a la arena muy blanca, a las mantarrayas que se confunde con papalotes y a las esponjosas medusas. En realidad a casi todo lo que era diferente a él le temía, excepto a su gran amiga Leticia, una imponente pero maternal tortuga verde.
Cuando se conocieron, a Octavio le aterrorizó el caparazón de la tortuga, se imaginó que de repente un monstruo saldría de él; pero no fue así, Leticia era tan amable y simpática que poco a poco se fue acostumbrando a ella y a su temible caparazón.
Leticia, quien hasta hoy le aconseja y cuida, siempre observaba como su amigo sufría por sus miedos. Un día lo vio huir de un pequeño camarón azul, ella le pregunto:
- ¿Por qué huiste de él?
- Es que es tan pequeño… y tiene esos bigotes que me asustan –dijo mientras trataba de esconderse tras de ella.
Otro día, la tortuga y el pulpo nadaban hacía los corales amarillos para presenciar las populares carreras de caballitos de mar pero, en el camino, se percataron que una enorme sombra cubría su entorno, al mirar hacía arriba vieron a una gran ballena azul; entonces Octavio nado despavorido para esconderse tras un alga, Leticia se acerco junto a él.
- ¿Estás bien? Es una ballena muy amistosa, no tengas miedo.
- Pero es enorme. ¡Tiene una gran boca que podría tragarse a cualquiera! –decía mientras temblaba del susto.
Leticia trataba de ser paciente con su amigo pulpo pero por más que siempre le repetía que no debía tener miedo, él no entendía, así que un buen día la tortuga pasó toda la noche pensando cuál sería la mejor manera para hacerle entender que no debía temer a lo diferente y decidió que tenía que hacer algo drástico.
Al día siguiente la tortuga llegaba a los corales verdes con todos los amigables seres marinos; Octavio ya la esperaba ahí, con los ojos cerrados porque le había dicho que le tenía una sorpresa. Leticia le pidió que los abriera y el pulpo al ver a tantos animales distintos corrió a esconderse y grito:
- ¡No me coman!
- Tranquilo, no te harán nada malo, todos ellos son mis amigos –le decía su amiga mientras lo sacaba del escondite.
Octavio, aun temblando, no tuvo más remedio que seguir a su amiga. Leticia le presentó a todos y los animales se comportaron muy amables con él. Cuando ya se sentía más en confianza, su amiga tortuga le explicó que no debía temerle a los seres diferentes a él pues la mayoría eran inofensivos y muy amigables, a excepción por supuesto de algunos tiburones y otros animales con malas intenciones; a esos si había que temerles. Cuando termino de hablar, Octavio que ya no temblaba, se había dado cuenta de su error y les pidió a todos una disculpa, los animales marinos aceptaron su sinceridad y se pusieron a cantar y pasar un buen rato. Así, gracias a su amiga Leticia, Octavio hizo muchos amigos, y poco a poco dejó de temerle a su mundo.
Octavio, un pequeño pulpo con ocho cortos tentáculos y un brillante color azul, vive en un arrecife, junto a una colonia de almejas rosadas que decoran los alrededores. La vida de Octavio era perfecta, sin embargo tenía un pequeño gran problema: tenía miedo a casi todo lo que lo rodeaba.
Siempre temía a las dormilonas ostras, a los camarones de todos los colores, a las ballenas de grandes aletas, a las sonrientes estrellas de mar, a los peces ojones, a los caracoles con rayitas, a los divertidos peces payaso, al plancton microscópico, a los corales que parecen piedras, a las piedras que parecen corales, a la arena muy blanca, a las mantarrayas que se confunde con papalotes y a las esponjosas medusas. En realidad a casi todo lo que era diferente a él le temía, excepto a su gran amiga Leticia, una imponente pero maternal tortuga verde.
Cuando se conocieron, a Octavio le aterrorizó el caparazón de la tortuga, se imaginó que de repente un monstruo saldría de él; pero no fue así, Leticia era tan amable y simpática que poco a poco se fue acostumbrando a ella y a su temible caparazón.
Leticia, quien hasta hoy le aconseja y cuida, siempre observaba como su amigo sufría por sus miedos. Un día lo vio huir de un pequeño camarón azul, ella le pregunto:
- ¿Por qué huiste de él?
- Es que es tan pequeño… y tiene esos bigotes que me asustan –dijo mientras trataba de esconderse tras de ella.
Otro día, la tortuga y el pulpo nadaban hacía los corales amarillos para presenciar las populares carreras de caballitos de mar pero, en el camino, se percataron que una enorme sombra cubría su entorno, al mirar hacía arriba vieron a una gran ballena azul; entonces Octavio nado despavorido para esconderse tras un alga, Leticia se acerco junto a él.
- ¿Estás bien? Es una ballena muy amistosa, no tengas miedo.
- Pero es enorme. ¡Tiene una gran boca que podría tragarse a cualquiera! –decía mientras temblaba del susto.
Leticia trataba de ser paciente con su amigo pulpo pero por más que siempre le repetía que no debía tener miedo, él no entendía, así que un buen día la tortuga pasó toda la noche pensando cuál sería la mejor manera para hacerle entender que no debía temer a lo diferente y decidió que tenía que hacer algo drástico.
Al día siguiente la tortuga llegaba a los corales verdes con todos los amigables seres marinos; Octavio ya la esperaba ahí, con los ojos cerrados porque le había dicho que le tenía una sorpresa. Leticia le pidió que los abriera y el pulpo al ver a tantos animales distintos corrió a esconderse y grito:
- ¡No me coman!
- Tranquilo, no te harán nada malo, todos ellos son mis amigos –le decía su amiga mientras lo sacaba del escondite.
Octavio, aun temblando, no tuvo más remedio que seguir a su amiga. Leticia le presentó a todos y los animales se comportaron muy amables con él. Cuando ya se sentía más en confianza, su amiga tortuga le explicó que no debía temerle a los seres diferentes a él pues la mayoría eran inofensivos y muy amigables, a excepción por supuesto de algunos tiburones y otros animales con malas intenciones; a esos si había que temerles. Cuando termino de hablar, Octavio que ya no temblaba, se había dado cuenta de su error y les pidió a todos una disculpa, los animales marinos aceptaron su sinceridad y se pusieron a cantar y pasar un buen rato. Así, gracias a su amiga Leticia, Octavio hizo muchos amigos, y poco a poco dejó de temerle a su mundo.
¡Fin!
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